Cochrane ha publicado una actualización rápida de una revisión Cochrane sobre los equipos de protección individual (EPI) para el personal sanitario. En esta revisión (Equipo de protección personal para la prevención de las enfermedades altamente infecciosas por exposición a líquidos orgánicos contaminados en el personal de asistencia sanitaria) se analizan, entre otras cuestiones, qué tipo de ropa es más eficaz para evitar el contagio y cómo influyen el diseño del equipo, los métodos para quitarse la ropa y el entrenamiento del personal sanitario.
La respuesta de Cochrane
Sabemos que la investigación científica va a ser vital para contener y mitigar los efectos de la pandemia de COVID-19, que evoluciona rápidamente. Cochrane está afrontando con prontitud a esta crisis sanitaria mundial sin precedentes, dando respuesta a las necesidades urgentes de los responsables de la toma de decisiones en materia de salud, lo más rápidamente posible y asegurando al mismo tiempo que se satisfaga el imperativo científico del rigor metodológico. Parte ello, hay que asegurarse de que las revisiones sistemáticas Cochrane relevantes estén actualizadas con las nuevas evidencias. Esta revisión sobre los EPI se publicó por primera vez en 2016 y se actualizó en 2019, y ahora una segunda actualización por vía rápida aporta las últimas pruebas al análisis.
Prevenir el riesgo de los sanitarios
Los trabajadores sanitarios corren el riesgo de contraer infecciones graves como la COVID-19 (causada por el virus SARS-CoV-2), el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el ébola (causado por el virus del Ébola). Una forma de prevenir la infección es utilizar un equipo de protección individual (EPI), que incluye ropa protectora, guantes, máscara con respirador y gafas protectoras. De esta manera, se evita que el trabajador se contamine con las gotitas de la tos, los estornudos u otros fluidos corporales de los pacientes infectados y de las superficies contaminadas.
Sin embargo, no está claro qué tipo de EPI protege mejor. La contaminación también se produce a menudo al quitarse el EPI. No sabemos la forma más segura de quitarse el EPI y tampoco sabemos la mejor forma de entrenar a los trabajadores.
Características de la actualización
Esta actualización realizada por Cochrane Work identificó 24 estudios con 2.278 participantes. Estos estudios compararon los tipos de ropa protectora, las modificaciones del diseño de la ropa, las formas de ponérsela y quitársela, y las diferentes formas de entrenar a los trabajadores sanitarios para usar los EPI. Dieciocho de los estudios utilizaron un marcador fluorescente o un virus o bacteria inofensivos para simular lo que sucede cuando los trabajadores sanitarios están expuestos en hospitales u otras centros sanitarios. Todos los estudios tenían un riesgo de sesgo alto o poco claro.
Comparación entre varios tipos de ropa
Cubrir más partes del cuerpo puede ofrecer una mejor protección. Esto suele ocurrir a costa de que sea más difícil de poner o quitar el EPI y que sea menos cómodo para el usuario. Puede llevar a una contaminación aún mayor. El uso de un respirador purificador de aire con el mono puede proteger mejor que una mascarilla y una bata N95, pero es más difícil de poner. Una bata larga puede ser la mejor opción de protección y es fácil de quitar. Los monos pueden ser más difíciles de quitar. Las batas pueden proteger mejor contra la contaminación que los delantales. La ropa de material más transpirable puede no provocar más contaminación, pero puede tener mayor satisfacción para el usuario. La contaminación fue común en la mitad de los estudios a pesar de la mejora del PPE.
Las modificaciones comparadas con el diseño de la ropa de protección estándar
Las siguientes modificaciones en el diseño de las prendas de protección estándar puede dar lugar a una menor contaminación: batas con guantes unidos al puño que se quitan a la vez, una mejor cobertura de la interfaz guante-bata y batas con un mayor ajuste en el cuello. Además, añadir pestañas a los guantes y mascarillas para agarrarlas cuando se quiten las prendas de protección puede dar lugar a una menor contaminación. En un estudio no se encontró que hubiera menos errores al ponerse o quitarse correctamente las batas.
Métodos para quitarse la ropa
Las siguientes cambios en la ropa de protección o en las instrucciones de uso pueden conducir a una menor contaminación: seguir las pautas de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos para quitarse el delantal o la bata en comparación con la retirada individual de la ropa, quitarse la bata y los guantes en un solo paso, usar dos pares de guantes, seguir las instrucciones para quitarse la ropa de protección contaminada y desinfectar los guantes con lejía o amonio cuaternario (pero no con alcohol).
Entrenamiento activo
El entrenamiento cara a cara y la simulación por ordenador para el uso de ropa protectora condujo a menos errores en comparación con usar material educativo solamente. En un estudio, los participantes que vieron un vídeo obtuvieron mejores puntuaciones al ser examinados en comparación con una conferencia tradicional sobre el uso de ropa de protección.
Certeza de la evidencia
Esta revisión constata que la certeza de las pruebas es baja o muy baja, debido a las limitaciones de los estudios, a que los estudios simulaban una infección real y a que tenían un número reducido de participantes.
¿Qué es lo que queda por averiguar?
No hubo estudios sobre los efectos de las gafas o las pantallas faciales. Los investigadores necesitan ponerse de acuerdo sobre la mejor manera de simular la exposición. Así pues, se necesitan más estudios de simulación con al menos 60 participantes, preferiblemente usando la exposición a un virus inofensivo, para averiguar qué tipo y combinación de equipo de protección es la más protectora.
La mejor manera de quitarse la ropa de protección después de su uso tampoco está clara. También necesitamos estudios para averiguar qué entrenamiento funciona mejor a largo plazo. El personal sanitario expuesto a enfermedades altamente infecciosas debe registrar su equipo de protección personal y hacer un seguimiento de su riesgo de infección. Los autores de la revisión instan a los hospitales a organizar más estudios y a registrar el tipo de EPI utilizado por sus trabajadores para tener así más información de cómo son las cosas en la vida real, algo que se necesita saber con urgencia.