Los porcentajes o efectos relativos de un tratamiento pueden ser engañosos

Si leemos que "los ataques mortales de tiburones han aumentado el 50% el año pasado" podemos alarmarnos. Pero si nos dicen que han aumentado de 8 a 12, la cosa cambia.


También puede impresionarnos leer que un tratamiento “aumenta las probabilidades de curarse un 100 %". Pero estas cifras esconden una trampa: es un porcentaje o efecto relativo, que no nos permite saber cuántas personas se benefician realmente del tratamiento (efecto absoluto). Podría ser que el tratamiento hiciera que las personas que se curan pasan de 1 a 2 por cada 100 o por cada 10.000. En ambos casos el aumento es del 100%, pero el número de personas que se curan es muy diferente.


 


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Idea clave

Los porcentajes o efectos relativos pueden parecer espectaculares, pero no permiten conocer los efectos reales de un tratamiento

Esto es así porque...

  • Los efectos relativos no nos permiten saber a cuántas personas les beneficia o perjudica un tratamiento
     
  • Los porcentajes son una forma incompleta de presentar los efectos de un tratamiento
     
  • Para poder decidir si un tratamiento merece la pena hay que conocer los valores absolutos tanto de los beneficios como de los riesgos  
     

Ficha resumen (PDF)  
 


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  Señal de alerta

Señales de alerta

Las siguientes expresiones son señales de alerta para activar tu pensamiento crítico:

  • “Reduce el riesgo en un 50%…”
  • “Duplica las posibilidades de curarse”
  • Solo se mencionan porcentajes, no números reales
     

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Análisis de ejemplos

Reducir el riesgo un 50 %,  ¿es mucho o poco?

Imagina que una enfermedad afecta a 20 personas de cada 100. Un tratamiento que reduce ese riesgo a la mitad (50 %) evitaría que enferme 10 personas de cada 100, es decir 1 de cada 10.

Ahora imagina otra enfermedad que afecta a 20 de cada 10.000 personas. Si el tratamiento también reduce ese riesgo a la mitad (50 %), el beneficio sería evitar que enferme 10 personas de cada 10.000, es decir, 1 de cada 1000.

En ambos casos, el efecto relativo es el mismo (50 % menos), pero el beneficio real (efecto absoluto) es muy diferente.
 

“Este fármaco reduce la mortalidad un 30 %”

A primera vista, parece un gran beneficio. Pero si el riesgo original era solo del 1 %, significa pasar del 1 % al 0,7 %. La diferencia es de solo 3 personas por cada 1.000. Tal vez no compense usar este fármaco si tiene importantes efectos perjudiciales o es muy caro.


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Fundamento científico

Los estudios médicos suelen expresar los resultados como efectos relativos porque hacen más fácil comparar dos tratamientos (o el efecto de un tratamiento con el de ningún tratamiento).

Este efecto relativo se expresa normalmente en un porcentaje, que indica, por ejemplo, que un fármaco ha reducido el riesgo de infarto un 50% (es decir, a la mitad), en comparación con no tomar ese fármaco. 

Pero por sí solo, un valor relativo no basta para saber si un tratamiento merece la pena. Los expertos en medicina basada en la evidencia recomiendan siempre informar también de los efectos absolutos, porque son los que de verdad nos muestran el tamaño del efecto y nos ayudan a decidir.

Por eso, los ensayos clínicos sobre fármacos deben mostrar cuántas personas se benefician y cuántas sufren efectos perjudiciales en cada grupo: el que ha seguido el tratamiento y el que no lo ha seguido.


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Implicaciones

  • No te dejes impresionar por los grandes porcentajes sobre los beneficios y riesgos
     
  • Pregunta siempre por el efecto en valores absolutos y por el número real de personas afectadas
     
  • Recuerda que para tomar buenas decisiones hay que conocer tanto los beneficios como los riesgos reales

     
     

Para saber más

  • Entender los riesgos para la salud
    Página en español de los Institutos nacionales de la Salud de Estados Unidos que ofrece una panorámica general sobre los riesgos y sus principales medidas estadísticas
     
  • Know your chances
    Excelente libro divulgativo en inglés, accesible de forma gratuita en la web, que explica de forma clara y rigurosa cómo se miden los riesgos para la salud y cómo interpretarlos. Ofrece también pautas para interpretar las informaciones de salud y desarrollar un escepticismo saludable.